Diez mentiras de la historia de Mexico.
1. ¿Existió el Pípila?
La realidad es que no existen pruebas sobre la existencia de Juan
Martínez: los barreteros eran muchos en una región que vivía de la
minería y es posible que los jefes insurgentes enviaran a uno de ellos
(Juan, Pedro, Antonio…) como carne de cañón. El Pípila representa a esos
hombres anónimos sacrificados en la Independencia.
2. El indio que llegó a ser presidente
La historia oficial enseñó a los mexicanos a admirar a Benito Juárez
porque fue el indio que llegó a ser presidente. Sin embargo, Juárez
jamás utilizó su origen para que lo trataran de forma especial; en sus
discursos no hay autocomplacencia o conmiseración hacia los indios. La
grandeza de Juárez radica en que él siempre se concibió a sí mismo como
un ciudadano. Y en todo caso, otro indio que también llegó a ser
presidente fue Victoriano Huerta.
3. ¿Sin Malinche no hay Conquista?
Su nombre tal vez fue Malitzin y terminó en Malinche. Su nombre
cristiano fue Marina, la de Cortés, por su relación con Hernán con quien
tuvo un hijo: Martín. Su papel fue fundamental para el proceso de
conquista pues sirvió como traductora de los españoles. De todos modos
la Malinche representa la otra conquista: la del mestizaje.
4. Santa Annna, ¿era tan perverso como dicen?
Le decían el “quince uñas” por su desmedido gusto por el dinero. Fue
ejemplo del chaquetero político: de monárquico a republicano,
federalista, centralista, dictador y lo mismo pero de regreso. Ganó y
perdió importantes batallas; malvendió territorio mexicano... Pero tenía
un gran carisma y el ejército lo respetaba. Las veces que ocupó la
presidencia fueron con el consentimiento de sus compatriotas que lo
mismo lo adoraban que lo crucificaban.
5. Francisco Villa ¿bandido o luchador social?
En la figura de Villa se funden realidad y leyenda: desde un Robin Hood
a la mexicana, hasta bárbaro incontenible, a genial estratega. Su
revolución fue más allá del bandolerismo. Aunque inculto (aprendió a
leer muy tarde), era un hombre simple que conocía bien las miserias de
la gente del campo; creía en el poder redentor de la educación; fue leal
con sus hombres y actuó acorde con sus ideales. Ah, y también derramó
mucha sangre sin el menor remordimiento...
6. ¿Indalecio o Ignacio?
Existe la creencia equivocada que la I de Francisco I. Madero
corresponde a Indalecio. No existe documento alguno, ni entrevista, ni
testimonio que pueda confirmar esto. Hoy no queda lugar a dudas: la I es
de Ignacio según señala su fe de bautismo y el acta de nacimiento. Así
fue bautizado por sus padres ya que eran devotos de San Francisco de
Asís y San Ignacio de Loyola.
7. ¿Zapata era un pobre campesiono?
Aunque la historia oficial ha presentado a Emiliano Zapata como un
indio pobre que se levantó en armas, lo cierto es que era un pequeño
propietario, dueño de un pedazo de tierra para cultivar; tenía sus
buenos caballos e incluso, en una ocasión, los ingresos que ganó por una
buena cosecha de sandías los empleó para comprarse una botonadura de
plata para su traje charro. Le gustaba la comida francesa y el buen
coñac.
8. ¿Qué gritó Hidalgo?
Cada 15 de septiembre, los
mexicanos repetimos el famoso Grito con el que se inició la
Independencia de México. Pero hay algunas precisiones que hacer: Miguel
Hidalgo y Costilla dio el grito como a las dos de la mañana del 16 de
septiembre de 1810, y antes pronunció fuertes ¡vivas! a la Virgen de
Guadalupe, a la religión católica y al rey Fernando VII y, eso sí,
algunos “¡mueras!” al mal gobierno.
9. El mito de la Revolución
Siempre se dijo que el pueblo mexicano “como un solo hombre” se levantó
en armas contra Porfirio Díaz y contra Victoriano Huerta. Esta
afirmación es falsa. La Revolución mexicana fue la suma de distintas
rebeliones. Y el periodo más violento fue cuando los revolucionarios se
enfrentaron entre sí. Los supuestos héroes que se decía lucharon juntos y
unidos, terminaron asesinándose unos a otros.
10. El niño héroe que nunca existió
Siempre se dijo que los niños héroes eran seis y que uno de ellos se
arrojó envuelto en la bandera desde lo alto del Castillo de Chapultepec.
Pero la realidad es otra. Si bien seis de ellos murieron el 13 de
septiembre de 1847 y ninguno se aventó, más de cincuenta cadetes también
participaron en la defensa, uno de ellos, Miguel Miramón, cayó herido
en la defensa de la patria.